miércoles, 19 de junio de 2013

Viviendo la Transformación: de oruga a mariposa.

Este es un tiempo de transformación para muchos seres humanos y para el planeta que habitamos, del que formamos parte y al que estamos vinculados. están sucediendo muchos cambios en nuestro interior y también en nuestro exterior. Los cambios son siempre para mejor, pero depende de nosotros cómo elegimos experimentarlos.
Es un tiempo muy especial para comprometernos con nosotros mismos y tomar las riendas de nuestra vida. Para practicar las herramientas que nos traigan al aquí y ahora y vivir, lo más conscientemente que podamos, el proceso de transformación.
Muchas personas acuden a mi consulta en medio de su propia tempestad personal, con la esperanza de que yo tenga una varita mágica que, con un solo toque, pueda resolver sus problemas. Cuando les digo que el proceso de transformación requiere de su compromiso con ellos mismos, algunos quedan decepcionados.
Suelo preguntar ¿Qué edad tienes? Y cuando me responden, añado: pues llevas todos esos años cultivando una manera de ser. Ahora necesitas tener paciencia y perseverancia para aprender a relacionarte contigo y con el mundo de otro modo.
Cuando la gente se inscribe en el gimnasio, no espera salir de allí con la musculatura fuerte y definida. Lo normal es entender que es necesario ir y realizar ejercicios con regularidad para obtener un resultado. Entonces, ¿Qué nos hace pensar que nuestra mente, nuestras emociones, nuestra salud, nuestras relaciones, etc. van a cambiar de la noche a la mañana?
Todos necesitamos tomar un compromiso con nosotros “en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza…” en todas las condiciones. Comprometernos a apoyarnos a nosotros mismos, a mirarnos con buenos ojos y ponernos de nuestra parte, a aceptarnos tal como somos, a poner en práctica sencillos cambios que contribuyan a nuestra transformación personal.
¿Cuáles pueden ser algunos cambios concretos para el día a día?
 Cultiva un estado de Presencia, momento a momento. Sin estar presente en tu vida, sólo puedes seguir reaccionando como siempre hiciste y, por tanto, seguir recreando las situaciones de conflicto y las experiencias de sufrimiento que hasta aquí has vivido. Comprométete a estar consciente aquí y ahora para vivir este momento, sin adelantar acontecimientos, sin recrear el dolor del pasado.
Despliega un espacio de aceptación profunda para ti, para los otros y para cuanto sucede en el exterior. En lugar de resistirte o rechazar lo que te desagrada, disponte a reconocer, sin fricciones, lo que está sucediendo. Si el cambio es posible, comienza a hacerlo. Si no puedes cambiar la experiencia, disponte a cambiar tu manera de relacionarme con ella. Recuerda que, sea lo que sea que ocurra en tu vida, forma parte de tu proceso de transformación evolutiva. Recíbelo como la oportunidad para incrementar tu conciencia.
Siente lo que estés sintiendo. Negar las emociones o rechazarlas, sólo empeora las cosas. En lugar de rechazar la tristeza, el miedo, el enfado o lo que quiera que estés sintiendo, date permiso para sentir y gestionar de un modo adecuado tus emociones. "Permitirnos sentir desde el cuerpo, sin sujetar con la mente, hará que la energía de esa emoción se mueva, en lugar de quedarse estancada. Hónrate sintiendo tus sentimientos y déjate guiar por las señales". (El Arte de Crear tu Vida)
Obsérvate cuando reacciones, aunque no te guste lo que percibas. Porque se trata de SER CONSCIENTES, no de ser perfectos. Y al observarte reaccionando como en el pasado, estás desactivando la respuesta automática y puedes elegir crear una respuesta más óptima para la próxima vez.
 Borra las viejas memorias de dolor con el bálsamo del perdón. Se consciente de que perdonar es un regalo que te haces a ti mis@, para no seguir cargando con un montón de heridas y conflictos no resueltos. Ocúpate de solucionar dentro de ti los asuntos pendientes. Despréndete de los viejos agravios y del sentimiento de culpa. A medida que te liberas de esos lastres, sentirás mayor paz y serenidad.
Alimenta la Confianza en el proceso de la vida. Puede que no tengas certeza de estar tomando las decisiones adecuadas, o quizá no sepas cómo resolver una situación. Tal vez creas que has llegado al límite de tus fuerzas o sientas que lo que estás viviendo te desborda. Pero confía. Tráete al momento presente y serénate. Ocúpate paso a paso de crear la solución que necesites. Date permiso para ralentizar tanto como te sea posible tu ritmo. Respeta tus necesidades de descanso e interiorización. Ponte de tu parte, estés como estés. Honra este momento de tu evolución personal y confía. Al momento más oscuro, le sigue el amanecer.
 
 
 

lunes, 27 de mayo de 2013

Sintiendo y percibiendo el milagro antes de que suceda.Dicen que entre Los Alpes y Venecia se construyó la vía férrea antes de que existiera un tren capaz de hacer el recorrido. Esto es desarrollar una confianza de tal magnitud que haga posible un evento que se salga de lo ordinario. Es lo extraordinario, el acontecimiento al que llamamos milagro.

 


Dicen que entre Los Alpes y Venecia se construyó la vía férrea antes de que existiera un tren capaz de hacer el recorrido. Esto es desarrollar una confianza de tal magnitud que haga posible un evento que se salga de lo ordinario. Es lo extraordinario, el acontecimiento al que llamamos milagro.
En ocasiones vivimos circunstancias en las que necesitamos que suceda algo diferente, una solución para la dificultad que estemos experimentando ya sea a nivel económico, de salud, en nuestras relaciones personales o en cualquier otro ámbito de nuestra vida. Deseamos con todas nuestras fuerzas que suceda un milagro, pero al mismo tiempo experimentamoses un temor -tan grande como nuestro deseo- de que se haga real. Y entonces bloqueamos el resultado. Nos resistimos, aunque sea de un modo inconsciente, a aceptar eso que tanto nos gustaría. Y nos preguntamos por qué Dios o El Universo o el Poder Superior (o como quieras llamarlo) no nos concede esa bendición que tanto anhelamos.
Se, por mi propia experiencia, que a veces nos enfocamos en algo que deseamos de todo corazón y nos frustramos cuando no llega a nuestra vida. Es natural sentir tristeza y es sano permitirnos ese sentimiento y llorar. Dejar que las emociones se muevan y recuperar nuestra serenidad. Darnos cuenta de que la expectativa muchas veces va unida a la impaciencia. Queremos experimentar un cambio y queremos que ese cambio se produzca ya. Pero la vida tiene sus tiempos. Incluso aunque nos parezca que estamos preparados para recibir esa experiencia, si no está en nuestra vida es que aún necesitamos sanar algo en nuestro interior.
Pero que no se haya producido todavía en la realidad que vemos no significa que no pueda ocurrir. Es importante que sepamos que, desde la perspectiva de la física cuántica, el milagro ya existe. Es una posibilidad en estado latente, esperando a ser despertada por una intención clara y un sentimiento tan certero que esté libre de titubeos. Para activar esa posibilidad cuántica a la que llamamos milagro, necesitamos entrar en una frecuencia de la misma naturaleza que el resultado deseado. Hacernos cargo de todas las memorias de dolor que nos impiden sentirnos realmente merecedores, en lo profundo de nuestro ser. Borrar las memorias de resentimiento y de culpa. Borrar las memorias de temor. Y dejar que la fe crezca y se despliegue. Esa fe que mueve montañas inhundando todo nuestro ser de confianza. LLevándonos al sentimiento de gratitud por eso que ya existe y que ya comenzamos a saborear.
Y soltar. Porque el intento de control es miedo.Es necesario dejar de empeñarnos en que el resultado sea exactamente aquello a lo que nos aferramos. La inteligencia Infinita del Universo, de la que formamos parte, tiene una visión panorámica de la situación y puede proveernos de los recursos más óptimos para lo que estemos viviendo y sus soluciones suelen ser mucho mejores que las que nosotros pensamos con nuestra mente racional.

 

 

domingo, 5 de mayo de 2013

Sanando la relación con la madre

Celebramos el Día de la madre. Ella representa el inicio de la vida. Simboliza la generosidad, la protección, la nutrición, los cuidados... Sinembargo, hay muchas personas que tienen una relación difícil con sus madres. Las madres son humanas y tienen sus historias personales, sus heridas emocionales, sus patrones de relación. A veces, aún sin intención, la crianza deja memorias dolorosas que, si no nos ocupamos de sanarlas, pueden convertirse en obstáculos de distintos tipos: baja autoestima, dificultades en nuestras relaciones, bloqueos en nuestra economía, problemas de salud, etc. Para sanar la relación con nosotros mismos y disfrutar de una vida más óptima se hace necesario resolver, en nuestro interior, el conflicto que podamos tener con nuestra madre. Dejar de culparla por lo que nos dio o no nos dio, por cómo nos miró o no nos miró, por su excesiva presencia o por su ausencia. Para seguir a delante como seres completos, necesitamos soltar el "libro de reclamaciones" y comenzar a darnos lo que nos hubiese gustado recibir, comenzar a mirarnos como necesitábamos ser mirados, comenzar a decirnos lo que nos hubiese gustado oír, comenzar a hacer por nosotros lo que nos hubiese gustado que hicieran.
Tomamos el 100% de la responsabilidad de nuestra vida, sabiendo que hemos elegido a la madre más adecuada para nuestro propósito evolutivo. Sabiendo que somos inocentes, que no hay culpa por ser quienes somos y por querer hacer nuestra vida siguiendo nuestro propio criterio, aunque nuestra madre pueda no estar de acuerdo.
Cualquier memoria dolorosa con la madre puede ser borrada de nuestra mente subconsciente y de nuestro campo energético a través del perdón. Es importante darnos cuenta que es un proceso interno y que lo hacemos como un regalo que nos otorgamos a nosotros mismos. Nos desprendemos del dolor porque no tiene sentido seguirlo cargando, haya ocurrido lo que haya ocurrido. Dejamos de hacernos daño a nosotros mismos recordando los viejos agravios, que hacen que prolonguemos innecesariamente el sufrimiento. Ni siquiera necesitamos hablar con nuestra madre para resolver el conflicto. A veces hablar sólo empeora las cosas. Desde nuestro interior, diariamente, podemos permitir que afloren las vijas memorias de dolor para ser borradas.
Cada uno necesita encontrar su propia manera. Yo os comparto aquí un audio de Viví Cervera que me parece muy sencillo y poderoso.
http://www.youtube.com/watch?v=UUYpT1BMtk0  PINCHA AQUÍ SI NO PUEDES VER EL VIDEO
 
 
 

sábado, 27 de abril de 2013

Meditación

Meditación
¿Qué es la meditación?
¿Para qué sirve?
¿Puede meditar todo el mundo?
¿Se requieren condiciones especiales?
¿Cómo se medita?
La meditación es el gimnasio de la mente. Nos permite entrenarnos para estar conscientes de lo que sucede aquí y ahora. Entrenarnos para estar presentes en nuestra vida, momento a momento.
Hay muchos tipos de meditación, como hay muchos tipos de gimnasios y muchos tipos de entrenadores. Es importante encontrar un método acorde con nuestra naturaleza y que nos ofrezca garantías. Un método que haya sido utilizado por muchos otros seres humanos y que nos genere confianza.
La meditación es una práctica para enfocar y transformar la mente. Sin la meditación somos esclavos del incesante ir y venir de los pensamientos. Los pensamientos se despliegan por asociación. Comenzamos pensando en lo que haremos mañana y terminamos repasando un acontecimiento que nos ocurrió hace semanas o años. Parece que esto sucede sin ninguna posibilidad de control por nuestra parte. Incluso, a veces, parece que esos pensamientos tienen el mando de nuestra mente y que no podemos escapar a ellos.
Además la situación se complica porque esos pensamientos no están aislados del resto de nuestro ser. Los pensamientos están conectados con nuestras emociones. Cuando nuestros pensamientos son de preocupación, inmediatamente generan emociones vinculadas al miedo, que disparan una alarma en todo nuestro organismo. Ese estado que nuestro ser percibe como amenaza, comienza a afectar inmediatamente a nuestra salud.
Como decía el maestro Osho, la meditación es la medicación más barata y eficaz para numerosos síntomas que tienen su origen en la mente y las emociones: nerviosismo, ansiedad, preocupación, insomnio, depresión, estrés crónico, etc.Es medicina preventiva. Una medicina sin efectos secundarios nocivos y que sólo produce beneficios para todo nuestro ser.
La meditación genera un estado de presencia que nos permite vivir una vida más consciente. Esta consciencia nos posibilita pasar de la reacción a la elección. Es decir, cuando no cultivamos nuestra mente, sólo podemos reaccionar a lo que la vida nos trae. A medida que nos entrenamos, vamos generando un estado de mayor serenidad que nos ofrece el espacio para poder elegir una respuesta más adecuada a cada circunstancia que se nos presente.
Cuando meditamos, desarrollamos un estado de presencia que nos permite estar mucho más en contacto con nosotros mismos y con lo que estamos sintiendo. Vivimos no desde la mente, sino en un estado de mayor coherencia entre lo que pensamos y sentimos. Entonces podemos actuar en la misma dirección. Esto produce, inmediatamente, una vida más satisfactoria.
Cuando meditamos, podemos vivr las experiencias de nuestra vida, sean cuales sean, sin que nos desborden. Establecemos un centro, dentro de nosotros, que nos permite gestionar mejor todas nuestras emociones y vivir una vida de mayor equilibrio, sin tantas subidas y bajadas.
Todas las personas pueden practicar meditación. Niños y mayores, gente de todos los niveles culturales, de todas las creencias religiosas y también aquellas personas que no se consideran espirituales. Todos podemos obtener beneficios con este entrenamiento: más serenidad, mejorar nuestro estado mental, optimizar nuestra gestión emocional, incrementar nuestra lucidez y nuestro bienestar, etc.
Se puede meditar en cualquier lugar: en casa, en la calle, en la naturaleza, etc. Todo lo que necesitamos para practicar lo llevamos puesto. No es necesario un asiento especial, ni vestirnos de un modo determinado, ni disponer de música, incienso o cualquier otro objeto externo. Podemos meditar sentados y podemos meditar en movimiento.  
Meditar no es poner la mente en blanco. Esta idea genera mucha frustración, porque la mente tiene una inercia de pensamientos y estos no se detienen porque nos demos la orden. El propósito no es que no vengan pensamientos. El propósito es concentrar la mente en un objeto, para entrenarla a estar enfocada. Cuando luchamos contra los pensamientos que aparecen, cobran más poder. Aquello a lo que nos resistimos, persiste.
Meditar no es centrarnos en un tema y darle vueltas en nuestra cabeza. Ese concepto está más vinculado a la reflexión. Pero cuando meditamos no lo hacemos con el propósito de seguir activando la mente analítica y llegar a una conclusión sobre un tema. Aunque la práctica reiterada de la meditación, nos permite crear soluciones más eficaces a las cuestiones que nos trae la vida.
Una de las meditaciones más sencillas es observar nuestra respiración. No es un trabajo sobre la respiración. En este caso, la respiración es el objeto sobre el que nuestra mente se enfoca. De un modo relajado, observamos que el aire entra y sale, sin tratar de cambiar nuestro ritmo respiratorio. Podemos enfocar nuestra atención consciente sobre los tabiques nasales y concentrarnos en sentir el roce del aire fresco que entra y el tibio que sale. Basta con unos minutos para empezar. Mejor si es al comenzar el día, porque así nuestra mente estará en un estado de mayor presencia. A lo largo del día, cada vez que nos demos cuenta de que la mente se ha acelerado, volvemos a observar nuestra respiración unos minutos. De esta manera, practicando con constancia y regularidad, iniciamos un proceso de transformación que nos permitirá incrementar nuestro bienestar y felicidad.


miércoles, 24 de abril de 2013

Serenidad


 

 

 

Serenidad

 

Cuando vivimos nuestra vida conscientes del Ser que somos, cultivamos un estado de Ser-en-idad. Es decir, construimos nuestra identidad desde un lugar que trasciende al ego y va más allá.

El ego cree que es el protagonista de la película, que las cosas que realiza las realiza él; que lo que le pasa, le pasa a él; que si alguien hace o dice algo, se lo hace o dice a él… Es el centro del mundo, o mejor, de la galaxia, o de todos los universos que existen… Todo gira en torno a sus necesidades, a su importancia personal… Y, naturalmente, esto es fuente de muchos conflictos y sufrimientos.

Pero hay otro lugar, en el mismo lugar, desde donde vivir una existencia más pacífica y con muchos menos terremotos emocionales. Y ese lugar es el Ser, al que se accede cada vez que estamos en un estado de presencia que nos permite desidentificarnos de la película y ver la realidad desde otra perspectiva.

Decía Calderón de la Barca “Y toda la vida es sueño”. Y así es. Un sueño donde al ego le parece que hay buenos y malos; un sueño lleno de juicios y comparaciones; un sueño lleno de alucinaciones que parecen muy reales y que hacen que, muchas veces, el sueño se convierta en una pesadilla.

¿Y cómo despertamos? Recordando quiénes somos en realidad. Recordando que somos seres multidimensionales viviendo una experiencia humana. Recordando que todo cuanto sucede me concierne, que tiene que ver con mis estados internos. Recordando que todo tiene un propósito, aunque no se lo encuentre en ese momento. Recordando que dentro de mí tengo un lugar de paz y amor al que accedo con sólo tomar unas respiraciones conscientes. Con sólo volver a conectarme conmigo mism@. Con sólo volver a religar (ese era el propósito de las religiones, aunque muchas ni lo recuerden) todo lo que me constituye: cuerpo, mente, emociones y energía, existiendo al  unísono. Permitiéndome habitar un espacio de coherencia interna donde no hay luchas ni resistencias, donde la aceptación lo preside todo. Y puedo, simplemente, Ser.

Cuando me siento a practicar meditación, cada mañana, observando mi respiración entrando y saliendo, no pretendo alcanzar un resultado. No estoy luchando contra los estados emocionales que no me gustan. No estoy exorcizando mis demonios internos o los que percibo en el exterior. Sólo pretendo volver a mí. Volver a un estado de presencia donde soy mucho más consciente de cómo me estoy relacionando conmigo, con los otros y con la vida. Y ese momento de meditación crea memoria, de modo que, a lo largo del día, puedo darme cuenta de cómo me salí de la presencia para vivir sin vivir en mí, como decía Santa Teresa. Y con sólo unas respiraciones vuelvo al Ser y recupero la serenidad.

 

 

 

 

                           

 

lunes, 22 de abril de 2013

Hoy rezaremos lluvia


Hoy rezaremos lluvia

Este extracto del libro de Greg Braden El efecto Isaías es muy clarificador respecto al poder de la oración.
¿La oración tiene el poder de manifestar?
¿Por qué algunas oraciones son escuchadas y  producen resultados y otras no?
¿Son las palabras, los decretos o los rituales los que tienen poder?
¿Qué se activa mediante la oración?
 

Siempre me sorprende la rapidez con la que los viejos recuerdos pueden inundar el presente. Al igual que me sorprende lo pronto que se desvanecen. Al momento, mi mente buscó las imágenes de lo que esperaba que iba a suceder a continuación. Recordé las escenas de oración que me eran familiares. Recordaba haber ido a los pueblos vecinos y ver a los nativos ataviados con prendas de su tierra. Recuerdo haberlos estudiado mientras se movían rítmicamente al son de los mazos de madera con los que percutían los tambores de cuero de alce tensado sobre marcos de pino. Sin embargo, ningún recuerdo de mi mente podía prepararme para lo que iba a presenciar.

-El círculo de piedra es una rueda de medicina -me explicó David-. Que nosotros recordemos, siempre ha estado aquí. La rueda no tiene poder en sí misma. Sirve como objeto de concentración para invocar la oración. Puedes verlo como un mapa de carreteras.

Yo debía de haber puesto cara de perplejidad. Por lo que David se adelantó a mi pregunta y la respondió antes de que hubiera acabado de formularla en mi mente.

-Un mapa entre los seres humanos y las fuerzas de este mundo -dijo respondiendo a la pregunta que todavía no había formulado-. El mapa fue creado aquí, porque en este lugar las pieles de ambos mundos son muy finas. Cuando yo era un niño me enseñaron el lenguaje de este mapa. Hoy recorreré un antiguo camino que conduce a otros mundos. Desde esos mundos, hablaré con las fuerzas de esta tierra, para hacer lo que hemos venido a hacer. Invitar a la lluvia.

Observé cómo David se sacaba los zapatos. Hasta la forma en que se desataba los lazos de sus viejas botas de trabajo era una oración, metódica, intencionada y sagrada. Con sus pies descalzos sobre la tierra, se dio la vuelta y se apartó de mí en dirección al círculo. Sin emitir sonido alguno recorría su camino alrededor de la rueda, con sumo cuidado para respetar la colocación de cada una de las piedras. Con veneración hacia sus antepasados, colocó sus desnudos pies sobre la tierra agrietada. En cada paso, los dedos de sus pies se acercaban a menos de un centímetro de las piedras exteriores. Ni una sola vez las tocó. Cada piedra se quedó justo en el mismo sitio donde otras manos, de una generación hace mucho tiempo desaparecida, las habían colocado. Mientras circundaba el contorno más lejano del círculo, David se giró, permitiéndome ver su rostro. Para mi sorpresa, sus ojos estaban cerrados. Habían estado así todo el tiempo. ¡Estaba venerando una a una la posición de cada piedra blanca y redonda sintiéndolas mediante la posición de sus pies! David regresó al lugar más cercano a mí y colocó sus manos en posición de oración delante de su cara. Su respiración era casi imperceptible. Parecía no enterarse del calor del sol del mediodía. Tras unos breves segundos en esta posición, respiró profundamente, relajó la postura y se giró hacia mí.

-Vámonos, aquí ya hemos terminado -dijo mirándome directamente.

-¿Ya? -pregunté un poco sorprendido. Parecía como si acabáramos de llegar-. Pensé que íbamos a rezar para invocar a la lluvia.

David se sentó en el suelo para ponerse de nuevo los zapatos. Me miró y sonrió.

-No, yo te dije que «rezaría lluvia» -respondió-. Si hubiera rezado para invocar a la lluvia, nunca podría suceder.

Por la tarde cambió el tiempo. La lluvia empezó de repente, con unos pocos sonidos sordos sobre la tierra que estaba en dirección a las montañas del este. En cuestión de minutos las gotas se fueron haciendo más grandes y más frecuentes, hasta que se decla-ró una tormenta con todas las de la ley. Enormes nubes negras cubrían el valle, oscureciendo las montañas de Colorado por el norte durante el resto de la tarde. El agua

se acumulaba con tanta rapidez que la tierra no la podía absorber, y al cabo de poco tiem-po empezaron los temores a las inundaciones. Miré los 18 kilómetros de salvia que había entre donde me encontraba yo y la cadena montañosa al este. El valle parecía un inmenso lago.

A última hora de la tarde, miré la previsión meteorológica de las estaciones locales. Aunque no estaba sorprendido, recuerdo haber sentido admiración mientras los mapas del tiempo coloreados parpadeaban en la pantalla. Las flechas animadas indicaban el típico patrón de aire frío y húmedo que descendía formando un ángulo desde la región Noroeste del Pacífico, atravesaba Utah y entraba en Colorado, como solía hacer en los meses de verano. Luego, inexplicablemente, la corriente cambió su curso e hizo algo excepcional. Observaba, sorprendido, cómo la masa de aire se adentraba con precisión en el sur de Colorado y norte de Nuevo México antes de formar un cerrado bucle para cambiar de dirección y regresar al norte, reanudando su camino a través de la región Central. Con ese descenso se convertía en un frente de baja presión y aire frío que se mezclaría con el aire caliente y húmedo que ascendía del Golfo de México, la receta perfecta para la lluvia. Por las previsiones del tiempo, parecía que iba a llover y bastante. Llamé a David a la mañana siguiente.

-¡Qué desastre! -exclamé-. Las carreteras han desaparecido. Las casas y los campos están inundados. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo explicas toda esta lluvia?

La voz al otro lado de la línea permaneció en silencio durante unos segundos.

-Ese es el problema -dijo David-. ¡Esta es la parte de la oración que todavía no he comprendido!

A la mañana siguiente, la tierra ya estaba lo bastante húmeda para aceptar más agua. Me monté en el coche y atravesé varios Pueblos en dirección a la ciudad más cercana. La gente estaba extasiada contemplando la lluvia. Los niños jugaban en el barro. Los granjeros estaban en las ferreterías y tiendas de ultramarinos, ocupándose de sus negocios de ganadería y agricultura. Las cosechas habían sufrido un daño mínimo. El ganado tenía agua en sus estanques y parecía como si el norte de Nuevo México hubiera superado la tristeza de la sequía, al menos en lo que quedaba de verano.

GRATITUD: RESPIRAR LA VIDA EN NUESTRAS ORACIONES

La historia de David ilustra perfectamente el funcionamiento interno de un modo de oración olvidado por nuestra cultura hace casi dos mil años. Tras su breve ceremonia dentro del círculo de la medicina, David me había mirado y dicho simplemente: «Vámonos, aquí ya hemos terminado nuestro trabajo». El resto del tiempo que estuve con David ese día, ahora tiene mucho más sentido e importancia.

Ya sé lo que significaba la respuesta de David «he venido a rezar lluvia». El resto de la historia quizá sea mejor contarla con sus propias palabras.

-Cuando era joven -dijo-, nuestros mayores me transmitieron el secreto de la oración. El secreto es que cuando pedimos algo, estamos reconociendo que no lo tenemos. Seguir pidiendo sólo aumenta el poder de lo que nunca sucederá.

« El camino entre el ser humano y las fuerzas de este mundo empiezan en nuestro corazón. Es allí donde nuestro mundo de los sentimientos se une con el de nuestro pensamientos ». En mi oración, empecé con un sentimiento de gratitud por todo lo que existe y por todo lo que ha sucedido. Di gracias al viento del desierto, al calor y a la sequía, pues hasta ahora así es como ha sido. No es bueno. No es malo. Ha sido nuestra medicina.

»Luego he escogido otra medicina. Empecé a sentir lluvia. Sentí la lluvia cayendo sobre mi cuerpo. De pie en el círculo de piedra, imaginé que estaba en la plaza de nuestro pueblo, descalzo bajo la lluvia. Sentí la sensación de la tierra húmeda que rezumaba entre los dedos de mis pies. Olí el olor de la lluvia en las paredes de paja y barro de las casas de nuestro pueblo después de las tormentas. Sentí la sensación de caminar por los campos de maíz que crecía hasta la altura de mi pecho debido a la generosidad de las lluvias. Los ancianos nos recuerdan que así es como elegimos nuestro camino en este mundo. Primero hemos de tener el sentimiento de lo que deseamos experimentar. Así es como plantamos las semillas para un nuevo camino. De ahí en adelante -prosiguió David- nuestra oración se convierte en una acción de gracias.

-¿Gracias? ¿Quieres decir gracias por lo que hemos creado?

-No, no por lo que hemos creado --respondió David – la creación ya esta completa. Nuestra oración se convierte en una oración de gracias por la oportunidad de elegir que creación vamos a experimentar. Mediante nuestro agradecimiento, veneramos todas las posibilidades y atraemos a nuestro mundo aquellas que deseamos.

Extracto del libro de Gregg Braden El efecto Isaías

 Nuestras oraciones siempre son escuchadas y siempre son respondidas. Es nuestro sentimiento sostenido lo que activa la manifestación.

viernes, 19 de abril de 2013


Cosecha tu destino

Cómo pasar de la teoría a la práctica 

         ¿Por qué nos cuesta pasar de la teoría a la práctica?

         ¿Sabes por qué los buenos propósitos para nuestra vida no echan raíces?

         ¿Quieres conocer el modo más fácil de introducir un cambio en tu rutina diaria?

Somos seres multidimensionales, habitando un sofisticado sistema energético que tiene registradas muchas memorias: como especie, culturales, familiares y personales. Esas memorias tienen que ver con el paradigma que tenemos sobre el mundo y sus habitantes; con nuestras posibilidades y limitaciones como seres humanos; con lo que es rechazado o aceptado por las distintas culturas; con los logros y los obstáculos que han experimentado nuestros ancestros; las habilidades y las debilidades que hemos heredado de ellos; los programas mentales, los patrones emocionales y las pautas de relación; las memorias de las experiencias integradas o no; el dolor de las heridas abiertas y los aprendizajes…

Nuestra percepción está determinada por todos estos registros, que emiten una vibración electromagnética. El sentimiento predominante en nuestro campo energético, crea nuestra experiencia. Favorece nuestra expansión o nuestro empequeñecimiento. Nos abre posibilidades o nos limita. Nos ancla en determinadas vivencias no resueltas o nos promueve a nuevas realidades.

¿Sabes cómo se amaestra a un elefante?

Cuando el animal es pequeño, se ata una de sus patas traseras, con una cuerda, a un árbol fuerte. El elefantito tira y tira, una y otra vez, hasta que graba en su memoria que es imposible moverse en esa situación. Después del periodo de adiestramiento, basta atarlo a una simple silla. El animal ni siquiera intentará moverse.

También nosotros estamos amaestrados. Todas las memorias registradas en nuestro campo, son nuestro adiestramiento respecto a lo que somos capaces de hacer y ser, respecto a nuestra propia valía y a lo que nos merecemos o no en la vida. Aceptamos todo esto como “real”, aunque es sólo una percepción y puede cambiarse.

Un error muy común, es presentar batalla a aquellos aspectos nuestros que queremos cambiar. Es una lucha estéril. Por mucho que intentemos  someter por la voluntad o reprimir un hábito no deseado, no da resultado. Aunque desaparezca de la vista por un tiempo, volverá fortalecido cuando estemos bajo presión.

Hay una máxima que dice: aquello en lo que nos enfocamos, se expande. Por tanto, es importante que el objeto de nuestra atención sea el nuevo hábito que deseamos instalar en nuestra vida. Y concentrarnos en alimentarlo para que arraigue y crezca un poco más cada día.

Es primordial conocer cómo funciona nuestro cerebro. Saber que, una parte del cerebro mamífero -la amígdala- dispara la señal de alarma cuando percibe que hacemos algo que se sale de lo establecido habitualmente. La consecuencia es un estado de confusión y de temor, que nos invita a volver a nuestra rutina. Este es el motivo por el que, cuando queremos introducir un hábito nuevo y radical, fracasamos.

Para eludir la respuesta paralizante de la amígdala cerebral, podemos “saltar con pértiga” por encima de sus resistencias. El modo de operar, consiste en avanzar paso a paso en la dirección deseada. Pasamos a la acción, pero damos pasos pequeños y continuados. Es necesario perseverar y realizar la nueva rutina de un modo repetitivo, para que se convierta en un hábito.

Necesitamos elegir algo que sea afín con nuestra naturaleza. De ese modo será más natural para nosotros integrarlo en nuestra vida y podremos realizarlo disfrutando. Esto último es muy importante. Es mucho más fácil querer repetir algo que nos resulta placentero. Necesitamos hallar la manera de saborear y encontrarle el gusto a las nuevas maneras de vivir que deseamos implementar en nuestra cotidianeidad.

Cuando realizamos algo nuevo, no podemos pretender que salga perfecto, ni siquiera bien, por un periodo de tiempo. La necesidad de perfección resulta un obstáculo importante en cualquier aprendizaje y en la incorporación de nuevas rutinas. Es natural cometer errores, sentirnos poco hábiles y diestros cuando iniciamos una actividad. El sentido del humor puede ayudarnos mucho en este aspecto.

También es muy importante saber que nunca se van a dar las condiciones perfectas para empezar. Iniciamos la acción y todo lo demás se va a ir resolviendo y encajando. Actuar nos da energía y confianza en nosotros mismos. Cuando comenzamos a hacer, nos sentimos diferentes y cambia lo que creemos de nosotros y del mundo.

 

El que siembra un pensamiento, cosecha una acción.

Quien siembra una acción, cosecha un hábito.

Quien siembra un hábito, cosecha un carácter.

Quien siembra un carácter, cosecha un destino.

                                      Mahatma Gandhi

 

Ahora es el momento de empezar a crear tu nueva vida.