viernes, 19 de abril de 2013


Cosecha tu destino

Cómo pasar de la teoría a la práctica 

         ¿Por qué nos cuesta pasar de la teoría a la práctica?

         ¿Sabes por qué los buenos propósitos para nuestra vida no echan raíces?

         ¿Quieres conocer el modo más fácil de introducir un cambio en tu rutina diaria?

Somos seres multidimensionales, habitando un sofisticado sistema energético que tiene registradas muchas memorias: como especie, culturales, familiares y personales. Esas memorias tienen que ver con el paradigma que tenemos sobre el mundo y sus habitantes; con nuestras posibilidades y limitaciones como seres humanos; con lo que es rechazado o aceptado por las distintas culturas; con los logros y los obstáculos que han experimentado nuestros ancestros; las habilidades y las debilidades que hemos heredado de ellos; los programas mentales, los patrones emocionales y las pautas de relación; las memorias de las experiencias integradas o no; el dolor de las heridas abiertas y los aprendizajes…

Nuestra percepción está determinada por todos estos registros, que emiten una vibración electromagnética. El sentimiento predominante en nuestro campo energético, crea nuestra experiencia. Favorece nuestra expansión o nuestro empequeñecimiento. Nos abre posibilidades o nos limita. Nos ancla en determinadas vivencias no resueltas o nos promueve a nuevas realidades.

¿Sabes cómo se amaestra a un elefante?

Cuando el animal es pequeño, se ata una de sus patas traseras, con una cuerda, a un árbol fuerte. El elefantito tira y tira, una y otra vez, hasta que graba en su memoria que es imposible moverse en esa situación. Después del periodo de adiestramiento, basta atarlo a una simple silla. El animal ni siquiera intentará moverse.

También nosotros estamos amaestrados. Todas las memorias registradas en nuestro campo, son nuestro adiestramiento respecto a lo que somos capaces de hacer y ser, respecto a nuestra propia valía y a lo que nos merecemos o no en la vida. Aceptamos todo esto como “real”, aunque es sólo una percepción y puede cambiarse.

Un error muy común, es presentar batalla a aquellos aspectos nuestros que queremos cambiar. Es una lucha estéril. Por mucho que intentemos  someter por la voluntad o reprimir un hábito no deseado, no da resultado. Aunque desaparezca de la vista por un tiempo, volverá fortalecido cuando estemos bajo presión.

Hay una máxima que dice: aquello en lo que nos enfocamos, se expande. Por tanto, es importante que el objeto de nuestra atención sea el nuevo hábito que deseamos instalar en nuestra vida. Y concentrarnos en alimentarlo para que arraigue y crezca un poco más cada día.

Es primordial conocer cómo funciona nuestro cerebro. Saber que, una parte del cerebro mamífero -la amígdala- dispara la señal de alarma cuando percibe que hacemos algo que se sale de lo establecido habitualmente. La consecuencia es un estado de confusión y de temor, que nos invita a volver a nuestra rutina. Este es el motivo por el que, cuando queremos introducir un hábito nuevo y radical, fracasamos.

Para eludir la respuesta paralizante de la amígdala cerebral, podemos “saltar con pértiga” por encima de sus resistencias. El modo de operar, consiste en avanzar paso a paso en la dirección deseada. Pasamos a la acción, pero damos pasos pequeños y continuados. Es necesario perseverar y realizar la nueva rutina de un modo repetitivo, para que se convierta en un hábito.

Necesitamos elegir algo que sea afín con nuestra naturaleza. De ese modo será más natural para nosotros integrarlo en nuestra vida y podremos realizarlo disfrutando. Esto último es muy importante. Es mucho más fácil querer repetir algo que nos resulta placentero. Necesitamos hallar la manera de saborear y encontrarle el gusto a las nuevas maneras de vivir que deseamos implementar en nuestra cotidianeidad.

Cuando realizamos algo nuevo, no podemos pretender que salga perfecto, ni siquiera bien, por un periodo de tiempo. La necesidad de perfección resulta un obstáculo importante en cualquier aprendizaje y en la incorporación de nuevas rutinas. Es natural cometer errores, sentirnos poco hábiles y diestros cuando iniciamos una actividad. El sentido del humor puede ayudarnos mucho en este aspecto.

También es muy importante saber que nunca se van a dar las condiciones perfectas para empezar. Iniciamos la acción y todo lo demás se va a ir resolviendo y encajando. Actuar nos da energía y confianza en nosotros mismos. Cuando comenzamos a hacer, nos sentimos diferentes y cambia lo que creemos de nosotros y del mundo.

 

El que siembra un pensamiento, cosecha una acción.

Quien siembra una acción, cosecha un hábito.

Quien siembra un hábito, cosecha un carácter.

Quien siembra un carácter, cosecha un destino.

                                      Mahatma Gandhi

 

Ahora es el momento de empezar a crear tu nueva vida.

 

2 comentarios:

  1. Hola Ana, me ha encantado lo que has escrito. Es la segunda vez esta semana que llega mi el ejemplo del elefante, y no creo en las casualidades. Gracias por tu blog.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Noelia!! Celebro que te sea de utilidad. Un abrazo

    ResponderEliminar