sábado, 27 de abril de 2013

Meditación

Meditación
¿Qué es la meditación?
¿Para qué sirve?
¿Puede meditar todo el mundo?
¿Se requieren condiciones especiales?
¿Cómo se medita?
La meditación es el gimnasio de la mente. Nos permite entrenarnos para estar conscientes de lo que sucede aquí y ahora. Entrenarnos para estar presentes en nuestra vida, momento a momento.
Hay muchos tipos de meditación, como hay muchos tipos de gimnasios y muchos tipos de entrenadores. Es importante encontrar un método acorde con nuestra naturaleza y que nos ofrezca garantías. Un método que haya sido utilizado por muchos otros seres humanos y que nos genere confianza.
La meditación es una práctica para enfocar y transformar la mente. Sin la meditación somos esclavos del incesante ir y venir de los pensamientos. Los pensamientos se despliegan por asociación. Comenzamos pensando en lo que haremos mañana y terminamos repasando un acontecimiento que nos ocurrió hace semanas o años. Parece que esto sucede sin ninguna posibilidad de control por nuestra parte. Incluso, a veces, parece que esos pensamientos tienen el mando de nuestra mente y que no podemos escapar a ellos.
Además la situación se complica porque esos pensamientos no están aislados del resto de nuestro ser. Los pensamientos están conectados con nuestras emociones. Cuando nuestros pensamientos son de preocupación, inmediatamente generan emociones vinculadas al miedo, que disparan una alarma en todo nuestro organismo. Ese estado que nuestro ser percibe como amenaza, comienza a afectar inmediatamente a nuestra salud.
Como decía el maestro Osho, la meditación es la medicación más barata y eficaz para numerosos síntomas que tienen su origen en la mente y las emociones: nerviosismo, ansiedad, preocupación, insomnio, depresión, estrés crónico, etc.Es medicina preventiva. Una medicina sin efectos secundarios nocivos y que sólo produce beneficios para todo nuestro ser.
La meditación genera un estado de presencia que nos permite vivir una vida más consciente. Esta consciencia nos posibilita pasar de la reacción a la elección. Es decir, cuando no cultivamos nuestra mente, sólo podemos reaccionar a lo que la vida nos trae. A medida que nos entrenamos, vamos generando un estado de mayor serenidad que nos ofrece el espacio para poder elegir una respuesta más adecuada a cada circunstancia que se nos presente.
Cuando meditamos, desarrollamos un estado de presencia que nos permite estar mucho más en contacto con nosotros mismos y con lo que estamos sintiendo. Vivimos no desde la mente, sino en un estado de mayor coherencia entre lo que pensamos y sentimos. Entonces podemos actuar en la misma dirección. Esto produce, inmediatamente, una vida más satisfactoria.
Cuando meditamos, podemos vivr las experiencias de nuestra vida, sean cuales sean, sin que nos desborden. Establecemos un centro, dentro de nosotros, que nos permite gestionar mejor todas nuestras emociones y vivir una vida de mayor equilibrio, sin tantas subidas y bajadas.
Todas las personas pueden practicar meditación. Niños y mayores, gente de todos los niveles culturales, de todas las creencias religiosas y también aquellas personas que no se consideran espirituales. Todos podemos obtener beneficios con este entrenamiento: más serenidad, mejorar nuestro estado mental, optimizar nuestra gestión emocional, incrementar nuestra lucidez y nuestro bienestar, etc.
Se puede meditar en cualquier lugar: en casa, en la calle, en la naturaleza, etc. Todo lo que necesitamos para practicar lo llevamos puesto. No es necesario un asiento especial, ni vestirnos de un modo determinado, ni disponer de música, incienso o cualquier otro objeto externo. Podemos meditar sentados y podemos meditar en movimiento.  
Meditar no es poner la mente en blanco. Esta idea genera mucha frustración, porque la mente tiene una inercia de pensamientos y estos no se detienen porque nos demos la orden. El propósito no es que no vengan pensamientos. El propósito es concentrar la mente en un objeto, para entrenarla a estar enfocada. Cuando luchamos contra los pensamientos que aparecen, cobran más poder. Aquello a lo que nos resistimos, persiste.
Meditar no es centrarnos en un tema y darle vueltas en nuestra cabeza. Ese concepto está más vinculado a la reflexión. Pero cuando meditamos no lo hacemos con el propósito de seguir activando la mente analítica y llegar a una conclusión sobre un tema. Aunque la práctica reiterada de la meditación, nos permite crear soluciones más eficaces a las cuestiones que nos trae la vida.
Una de las meditaciones más sencillas es observar nuestra respiración. No es un trabajo sobre la respiración. En este caso, la respiración es el objeto sobre el que nuestra mente se enfoca. De un modo relajado, observamos que el aire entra y sale, sin tratar de cambiar nuestro ritmo respiratorio. Podemos enfocar nuestra atención consciente sobre los tabiques nasales y concentrarnos en sentir el roce del aire fresco que entra y el tibio que sale. Basta con unos minutos para empezar. Mejor si es al comenzar el día, porque así nuestra mente estará en un estado de mayor presencia. A lo largo del día, cada vez que nos demos cuenta de que la mente se ha acelerado, volvemos a observar nuestra respiración unos minutos. De esta manera, practicando con constancia y regularidad, iniciamos un proceso de transformación que nos permitirá incrementar nuestro bienestar y felicidad.


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