Cosecha tu destino
Cómo pasar de la teoría a la práctica
•
¿Por qué nos cuesta pasar de la teoría a la
práctica?
•
¿Sabes por qué los buenos propósitos para
nuestra vida no echan raíces?
•
¿Quieres conocer el modo más fácil de introducir
un cambio en tu rutina diaria?
Somos seres
multidimensionales, habitando un sofisticado sistema energético que tiene
registradas muchas memorias: como especie, culturales, familiares y personales.
Esas memorias tienen que ver con el paradigma que tenemos sobre el mundo y sus
habitantes; con nuestras posibilidades y limitaciones como seres humanos; con
lo que es rechazado o aceptado por las distintas culturas; con los logros y los
obstáculos que han experimentado nuestros ancestros; las habilidades y las
debilidades que hemos heredado de ellos; los programas mentales, los patrones
emocionales y las pautas de relación; las memorias de las experiencias
integradas o no; el dolor de las heridas abiertas y los aprendizajes…
Nuestra
percepción está determinada por todos estos registros, que emiten una vibración
electromagnética. El sentimiento predominante en nuestro campo energético, crea
nuestra experiencia. Favorece nuestra expansión o nuestro empequeñecimiento.
Nos abre posibilidades o nos limita. Nos ancla en determinadas vivencias no
resueltas o nos promueve a nuevas realidades.
¿Sabes cómo se
amaestra a un elefante?
Cuando el
animal es pequeño, se ata una de sus patas traseras, con una cuerda, a un árbol
fuerte. El elefantito tira y tira, una y otra vez, hasta que graba en su memoria
que es imposible moverse en esa situación. Después del periodo de
adiestramiento, basta atarlo a una simple silla. El animal ni siquiera
intentará moverse.
También
nosotros estamos amaestrados. Todas las memorias registradas en nuestro campo,
son nuestro adiestramiento respecto a lo que somos capaces de hacer y ser,
respecto a nuestra propia valía y a lo que nos merecemos o no en la vida.
Aceptamos todo esto como “real”, aunque es sólo una percepción y puede
cambiarse.
Un error muy
común, es presentar batalla a aquellos aspectos nuestros que queremos cambiar.
Es una lucha estéril. Por mucho que intentemos someter por la voluntad o reprimir un hábito
no deseado, no da resultado. Aunque desaparezca de la vista por un tiempo,
volverá fortalecido cuando estemos bajo presión.
Hay una máxima
que dice: aquello en lo que nos enfocamos, se expande. Por tanto, es importante
que el objeto de nuestra atención sea el nuevo hábito que deseamos instalar en
nuestra vida. Y concentrarnos en alimentarlo para que arraigue y crezca un poco
más cada día.
Es primordial conocer
cómo funciona nuestro cerebro. Saber que, una parte del cerebro mamífero -la
amígdala- dispara la señal de alarma cuando percibe que hacemos algo que se
sale de lo establecido habitualmente. La consecuencia es un estado de confusión
y de temor, que nos invita a volver a nuestra rutina. Este es el motivo por el
que, cuando queremos introducir un hábito nuevo y radical, fracasamos.
Para eludir la
respuesta paralizante de la amígdala cerebral, podemos “saltar con pértiga” por
encima de sus resistencias. El modo de operar, consiste en avanzar paso a paso
en la dirección deseada. Pasamos a la acción, pero damos pasos pequeños y
continuados. Es necesario perseverar y realizar la nueva rutina de un modo
repetitivo, para que se convierta en un hábito.
Necesitamos
elegir algo que sea afín con nuestra naturaleza. De ese modo será más natural
para nosotros integrarlo en nuestra vida y podremos realizarlo disfrutando.
Esto último es muy importante. Es mucho más fácil querer repetir algo que nos
resulta placentero. Necesitamos hallar la manera de saborear y encontrarle el
gusto a las nuevas maneras de vivir que deseamos implementar en nuestra
cotidianeidad.
Cuando
realizamos algo nuevo, no podemos pretender que salga perfecto, ni siquiera
bien, por un periodo de tiempo. La necesidad de perfección resulta un obstáculo
importante en cualquier aprendizaje y en la incorporación de nuevas rutinas. Es
natural cometer errores, sentirnos poco hábiles y diestros cuando iniciamos una
actividad. El sentido del humor puede ayudarnos mucho en este aspecto.
También es muy
importante saber que nunca se van a dar las condiciones perfectas para empezar.
Iniciamos la acción y todo lo demás se va a ir resolviendo y encajando. Actuar
nos da energía y confianza en nosotros mismos. Cuando comenzamos a hacer, nos sentimos
diferentes y cambia lo que creemos de nosotros y del mundo.
El que siembra
un pensamiento, cosecha una acción.
Quien siembra
una acción, cosecha un hábito.
Quien siembra
un carácter, cosecha un destino.
Mahatma
Gandhi
Ahora
es el momento de empezar a crear tu nueva vida.